lunes, 12 de diciembre de 2011

Viviana Canosa: "Quiero hacer politica"

La conductora cierra un año intenso. Al frente de un programa de radio, dos de TV y con la publicación de su primer libro, habla del cambio en su manera de enfrentar la vida a partir de su separación. Asegura que este no es un momento para lavarse las manos sino para jugársela por lo que uno piensa. 
 













Hasta no hace mucho, Viviana Canosa transitaba sus días con dedicación exclusiva al trabajo. Se despertaba a las 5, llegaba a Radio Vale a las 6, arrancaba su programa de 7 a 10, desde ahí partía hacia Canal 9 y allí estaba abocada a su labor profesional hasta las 10 de la noche. Así lo hizo de lunes a viernes en los últimos años, que además pasaron con sábados y domingos sin permiso para desconectarse o descansar. Ahora, su vida ganó espacios. “Hay un abismo  aquella época. Llego a la radio un tiempo antes del aire y luego vuelvo a mi casa. Me maquillo y me peino en casa, vengo al canal a las 16:30 y 19:05 me voy. Reconozco que soy la que soy gracias a la que fui pero el cambio es muy grande y fue para mejor.”
En 2011 cumplió 40 años, pero lejos de reconocer una crisis de mitad de vida, su proceso de transformación comenzó antes, cuando se animó a tomar riesgos. “El click comenzó con mi separación en 2009. Durante seis meses hice el programa con Daniel (Tobal, su pareja durante 16 años y su productor desde 2003) estando separada y nadie lo sabía. Fue muy difícil. El cambio fue dejar de estar casada, aunque nunca tuvimos papeles, dejar de trabajar con el productor de los últimos años, mudarme a otra casa y encima resolví todo junto en un mes.”
De su metamorfosis surgió un libro, Basta de miedos (editado por Planeta) donde revela aspectos de su vida interior que jamás había hecho públicos, decisión que le permitió liberarse del personaje que había construido frente a cámaras. “Antes me mostraba fuerte porque era súper insegura y ahora puedo mostrarme insegura porque estoy muy plantada –reconoce–. Siempre repito, hay que tomar riesgos porque tomar riesgos ya es ganar, todo lo que venga después seguro será un éxito.”
–¿Qué cosas destacás del camino que hiciste a partir de tu separación?
–Me animé a avanzar sola. Ahora estoy más grande y no cometería el mismo error, a las mujeres que empezamos parejas desde muy chicas nos pasa mucho lo que viví yo. Cuando sos pendejo tenés que encontrar tu identidad, trabajar, comprarte tu casa, el auto, viajar, hacer, crecer, ser, estar, permanecer, competir. Es una cosa que te pasa a vos y a tu pareja, es crecer juntos. Primero viene el embale inicial pero luego te perdés porque uno crece más y otro menos, vas avanzando desparejamente, cuando uno está bien, el otro está mal. Hay parejas a las que le funciona así, son pocas, pero existen porque se bancan esos momentos como yo lo hice, hasta que en un momento no pude más, lo más interesante es que yo descubrí mis miedos y los enfrenté. Porque me decían que “sola no iba a poder”.
–¿Quién te decía eso?
–¡Y bueno! (risas). Yo era muy insegura. A tanta exposición hay mucha inseguridad, laburamos de esto porque en un punto queremos que nos quieran, hay un rollo ahí, porque si no sería arquitecta o psicóloga. No es la culpa del otro, es la culpa de uno que cree que sin ese hombre no va a ser feliz, sin ese productor no puede trabajar, hay una cosa de acomodarse, te pusiste tan cómoda que te relajaste y después nadie te cree que seas insegura, atravesé eso y tomé decisiones que me costaron mucho.
–Te emancipaste de la idea que habías definido sobre vos misma y que además te había servido para llegar a avanzar en tu profesión.
–Totalmente, comencé una nueva vida, sabiendo que en todos los aspectos de mi vida podía fracasar, pero el resultado fue exitosísimo. Cuando tomé la decisión, para mí ganar era al mismo tiempo perder, pero aun así, me animé a dar el paso.
–¿Estabas en un momento bueno o no?
–Era un momento de mierda en lo emocional. No le encontraba sentido a nada, interiormente nada me daba satisfacción y me decía “debe ser porque soy obsesiva y tan perfeccionista. Y que siempre quiero más”, pero luego vi que no era eso. Soy muy analítica, muy autocrítica. Soy mi peor enemiga y aprendí que no es así.
–¿Y en qué momento estás hoy?
–Me siento en un momento de plenitud, me siento muy realizada como mujer, más allá del éxito de mi vida profesional. Me río hasta tentarme, me relajé. Antes me hacía mucha malasangre en la tele si un punto de rating no era el que yo quería o si algo no salía bien, estaba muy pendiente de eso, hasta que comprendí que si quiero seguir trabajando de esto debía relajarme y disfrutar. De hecho, saqué mi cuota más humorística, mi faceta más divertida, en realidad yo soy así, lo que pasa es que en el formato de la tele era muy difícil mostrarlo.
–Entonces todo este proceso, ¿cómo te redefinió profesionalmente?
–Me liberó. Descubrí que el trabajo no es todo, que esto además de mi trabajo es mi vocación. Aprendí también que por un amor podría dejarlo todo, aunque no lo dejaría porque esas decisiones no son de personas con sentido común. En las relaciones anteriores, o en la última, yo pensé que era muy egoísta con mi profesión. Pensé, por lo que me habían hecho creer también, que lo más importante para mí era mi trabajo.
–Quizás en algún momento lo fue.
–Puede ser. También sé que si no hubiera sido así durante diez años no habría llegado donde llegué, así que estuvo bien que en esos años me obsesionara con mi laburo y que fuera mi única meta. Ahora sé que puedo viajar con un señor que me gusta y puedo faltar a mi trabajo y que no pasa nada, me lo permito y lo hago sin culpa.
–¿Por qué había una Viviana en la radio y otra de tele?
–En la radio soy ciento por ciento yo, en la tele me limitaba mucho el formato. Tenés el invitado del día y capaz que no es el que más te gusta, y por ahí el tema del día te marca diez puntos pero a vos no te interesa, pero tenés que hablar de eso. Si la invitada te cuenta que Santiago Bal es un viejo choto y no se le para, ya ahí me agarra el ataque: “¿Cómo remo esto?” Lo que más me gusta en el programa de la tarde es cuando hago otras entrevistas, cuando se arman living de charlas más profundas, cuando puedo meter actualidad o algo de política. Este año avancé por ahí.
–Y fuiste invitada a 6,7,8.
–También, y volvería a ir. De hecho quiero hacer política.
–¿A qué te referís? ¿A militar o hacer periodismo político?
–Periodismo político o de interés general y además también quiero hacer política. Me gusta el trabajo social, tengo un público muy amplio pero siento que faltan voces, sobre todo que representen a la mujer. Hago mucho laburo solidario, que no se ve, que hago por vocación. Me doy cuenta de que los días que más feliz me siento son los días que voy al Garrahan o participo de una gala a beneficio. Cuando siento que le pude dar al otro es donde mejor me siento. Si la vida me dio tanto y este laburo me da una posición económica y un lugar en el medio, yo tengo que devolver, y no por obligación o compromiso, sino porque realmente lo siento, cuando veo una injusticia salto o cuando veo un programa político enseguida descubro “a este le pagan para opinar en contra”.
–¿Entonces dónde te ves en el futuro?
–Me veo ampliando el panorama ya no me asusta lo que piensen de mí. La crítica ya no me interesa ni un poco, si alguien me pega fuerte o me quiere destruir, mi abogada sabrá qué hacer pero, en general, no estoy pensando en lo que piensan los demás.
–¿Puede ser que hayas mantenido durante muchos años una definición del éxito y que en el momento de concretar lo que imaginaste no te sintieras conforme?
–Sí, totalmente. Con éxito, con fama, con guita, con prestigio, si no tenés amor, no tenés nada. Me pasó eso, cuando me di cuenta de que había conseguido todo, necesité el amor, el mimo, la caricia, el sentirme amada. Irme de viaje un fin de semana y sentirme plena. Me di cuenta de que mi profesión no era lo único que buscaba, fue genial haber trabajado para conseguirlo pero quería más. La vida es un poco de cada cosa. Fue así, claramente comparto tu lectura, fue así.
–¿Para las mujeres avanzar en los medios de comunicación es más duro que para los hombres?
–Sí, hay mucho misógino en el medio, hay más gerentes hombres que mujeres, hay más conductores que conductoras, hay pocas minas que se las juegan. Soy una de las pocas que opinan sobre política y actualidad, que contradice a un personaje. ¡Pocas minas le ponen tantas agallas! Y además llegar a un lugar sin transar con alguien en ningún  aspecto, ni en el sexual, ni en el hipócrita, ni en el de extorsión. ¡Todo el tiempo te están juzgando! Si gritás un poco de más sos una histérica y estás mal garchada, si te relajás mucho, estás recontra garchada y te importa un carajo todo y con los tipos no es así.
–¿Pero esa situación no está cambiando?
–Creo que ya no funciona la diva de antes, la que se lava las manos con todo, esta cosa que “te dan asco las lesbianas”, por ejemplo, ya no va más. Ahora hay que decir lo que pensás, jugártela, ser políticamente incorrecta y siempre ser quien sos. A la larga, creo que perdura más una mina con actitud que un tipo, porque la mina tiene más condimentos si se potencia para seguir adelante.  <

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